viernes, 5 de octubre de 2018

PLAN TERCER PERIODO


CATEDRA PARA LA PAZ
3° PERIODO
DECIMOS 1, 2, 3, Y 4

EJE 3: Actores del conflicto y constructores de paz.
EJE 4: Estrategias de Paz en el conflicto interno colombiano.

TEMAS DE CONSULTA Y EXPOSICIÓN
1. ¿Qué es un constructor de Paz?

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2. Jóvenes constructores de paz.

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3. Características de posconflicto.

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4. Normatividad para el posconflicto en Colombia.

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5. Cooperación internacional en el posconflicto Colombiano.

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6. Temas estratégicos para el posconflicto Colombiano.

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7. La paz desde el hogar.

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8. ¿Qué puedo hacer por la paz?

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9. La paz desde la escuela.

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10. Cultura de paz.

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ENTREGABLE
1. En un cuaderno de clase que se encuentre al día.
2. Portada.
3. Desarrollo.
4. Tres preguntas selección múltiple del tema con respuesta correcta.
5. Referencias bibliográficas y cibergráficas.

EXPOSICIÓN
Ø Tiempo: de 20 a 30 minutos.
Ø Todos deben intervenir.
Ø No leer, no celulares.
Ø Se pueden apoyar en dos carteleras y/o una ficha bibliográfica.



ESCALAMIENTO DEL CONFLICTO


TOMADO DE POLÍTICA CRÍTICA revista digital.

EL ESCALAMIENTO DEL CONFLICTO Y EL NEGOCIO DEL NARCOTRÁFICO

Entre mediados de los años ochenta y principios de los noventa, la gobernabilidad en Colombia entra en crisis, y se acompaña de un recrudecimiento de la violencia en el país, en el que participan como actores el Estado, los narcotraficantes, las guerrillas y el paramilitarismo (Echandía, 2004; Pizarro, 2004; 2011). Las fallas y deficiencias en las Fuerzas Armadas Colombianas eran una clara muestra de la erosión del Estado colombiano. Esto conllevó, por una parte, a la conformación de grupos de seguridad privada por parte de las élites económicas del país – privatización de la seguridad armada – y de agrupaciones de limpieza social, con el objetivo de disminuir las tasas de criminalidad y buscando protección ante las acciones de los grupos guerrilleros. Por otra parte, la conformación de los grupos de autodefensa había sido autorizada también por el Estado, con la Ley 48 de 1968, conocida también como la Ley de Defensa Nacional.
Se observa pues que esta época en Colombia está marcada por la aparición de nuevos actores: los carteles de la droga y las Autodefensas Unidas de Colombia – AUC – más conocidas como “paramilitares”. Aunque este último grupo surge inicialmente como un conjunto de grupos de autodefensa apoyados por grandes terratenientes y por el Estado – de ahí sus nexos con el Ejército colombiano en lo que se hacía llamar “lucha contrainsurgente” – su transformación progresiva vinculada a la participación en el negocio del narcotráfico son elementos que juega un papel clave en la evolución del conflicto en Colombia, particularmente en lo que concierne el desplazamiento forzado interno (Pécaut, 2004; Pardo, 2007; Pizarro, 2004).
Asimismo, en esta década los grupos guerrilleros – particularmente las FARC – aprovechan para fortalecerse militar y políticamente (Echandía, 2004; Pizarro, 2011). Encontramos pues que las FARC, buscando el crecimiento, la expansión y el fortalecimiento militar, entran a formar parte directa del complejo entramado que constituye la infraestructura del negocio del narcotráfico en Colombia. (Echandía, 2004; Pizarro, 2004; 2011; Pécaut, 2008).
Así, el narcotráfico como economía y como organización emprendió un proceso de penetración de todas las esferas del país, abarcando los grupos armados al margen de la ley y otras instituciones, pasando por la guerrilla, los grupos paramilitares, las instituciones estatales, en fin, la sociedad colombiana en toda su complejidad (Echandía, 2004; Gómez, 2008). El narcotráfico como fenómeno político y económico en Colombia ha producido una abismal crisis institucional, ya que tanto los partidos políticos, como el Congreso, las administraciones locales, los grupos al margen de la ley – ya sean grupos de guerrillas o paramilitares –, las Fuerzas Armadas, entre otros, han sido penetrados de una u otra forma por los dineros de este negocio y su poder de corrupción (González, 1989; Pizarro, 2004; Osorio, 2006).
En efecto, este fenómeno ha logrado acceder a todos los espacios, al punto de transformar e incluso crear nuevas élites locales y regionales. La descentralización y supuesta autonomía de los poderes a escala regional y local, ha posibilitado el ingreso del narcotráfico en las zonas de colonización más conflictivas del país (González, 1989; Osorio, 2006; Duncan, 2006; Pardo,2007).
Lo anterior es un claro reflejo de los juegos de poder en torno a la articulación entre lo local, lo regional y lo nacional. En Colombia, la politización sectaria del pueblo ha favorecido el aumento de la violencia. Por consiguiente, se ha presentado una fragmentación por regiones muy fuerte, lo que ha conllevado a un cada vez mayor debilitamiento del imaginario de nación y de la unidad en el país. (González, 1989; Cepeda, 2005)
El escalamiento del conflicto a inicio de los años noventa es una manifestación de la inoperatividad de las instituciones estatales en algunas regiones del país, del debilitamiento del Estado y de la pérdida de su legitimidad (González, 2009).
Otras formas de expresión de esta erosión del Estado han sido los altos niveles de impunidad, dada la corrosión del sistema judicial, que se ha visto expuesto a la presión y las amenazas por parte de los actores armados ilegales, pero que también ha cedido a los ofrecimientos económicos de estos, y por tanto es cómplice de los mismos a causa de la corrupción extendida y el clientelismo a todos los niveles y esferas (Osorio, 2006; Pardo, 2007). En ese momento de la historia colombiana – e incluso hoy en día – este fenómeno ha sido una realidad presente en todos los municipios del territorio nacional. Tal impunidad ha conllevado un considerable aumento de la criminalidad, en tanto no se aplican los castigos y sanciones correspondientes, y a causa de la aplicación de la justicia a mano propia por parte de aquéllos que perdieron la confianza en las instituciones (Pizarro, 2004; Osorio, 2006).

Este fenómeno de corrupción tan arraigado en el sistema judicial ha favorecido la proliferación de armas entre la población civil, así como el fortalecimiento – y por tanto una mayor presencia – de los grupos armados ilegales a lo largo y ancho del territorio nacional. Lo anterior es una consecuencia palpable de la ausencia del Estado en ciertas regiones del país (Pizarro, 2004; Fischer, 2004; Cuervo, 2007).
CONFLICTO Y ESTADO COLOMBIANO: ¿UN ESTADO DÉBIL?

Con la Asamblea Nacional Constituyente de 1991 y la elaboración de una nueva Constitución Política en ese mismo año, se pretendía generar un cambio en la sociedad y el Estado colombiano en general por medio de la reforma de la Carta Constitucional, ampliando los canales de participación política y creando un nuevo marco institucional dentro del cual la nueva normatividad fuera aplicada. Algunas de las razones por las que el Presidente César Gaviria convocó a la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, fueron la considerable intensificación del conflicto, en relación directa con el problema del narcotráfico, y la decadencia por la que atravesaban las instituciones estatales a finales de los años ochenta e inicios de los años noventa.
La Constitución de 1991 creó diferentes instituciones que tenían como función principal vigilar que los derechos de los ciudadanos fueran respetados. Algunas de estas instituciones son la Acción de Tutela, la Fiscalía General de la Nación y la Defensoría del Pueblo. El control constitucional, concebido inicialmente como una herramienta para superar el conflicto entre los órganos de poder, se convierte en una garantía para los derechos constitucionales, para que estos sean más efectivos, lo que “contribuye al mantenimiento de la democracia y a la resolución pacífica de conflictos”

A pesar de una historia de democracia ininterrumpida, de la efectividad de instituciones como la Corte Constitucional, y de la estructura institucional con la que cuenta actualmente el Estado colombiano, éste sigue teniendo una incapacidad instrumental a la hora de hacer respetar los derechos establecidos en la Constitución Política, y de asegurar el cumplimiento y la aplicación de normas que suelen parecer simbólicas (Pizarro, 2004). En efecto, ha habido una precariedad del Estado, es decir, el Estado ha sido incapaz de velar por el respeto y el libre ejercicio de los derechos fundamentales en un contexto de conflicto armado interno. En suma, es sido un Estado ineficaz (Alcántara e Ibeas, 2001).
La tradición del poder dividido entre el Estado y los diversos actores al margen de la ley ha contribuido a lo largo de la historia a debilitar las fuerzas del Estado colombiano, de modo que en ocasiones éste ha perdido su capacidad efectiva para garantizar la seguridad y los derechos básicos de los ciudadanos. En dichas ocasiones es cuando otros poderes como los de las mafias del narcotráfico, la guerrilla o los paramilitares se fortalecen y llegan a ser más opresivos (Posada, 2006).
Así pues, factores como la crisis política y de gobernabilidad en los noventa, crisis que continúa durante el gobierno de Andrés Pastrana, sumada a la posterior crisis económica que debe afrontar también este presidente, sirven como pretexto a la guerrilla de las FARC para continuar con su ofensiva aun llamada revolucionaria. Esto puede explicarse en tanto en situaciones de crisis, cuando se presenta un mayor descontento al interior de la sociedad en general, los grupos de guerrilla encuentran mayor acogida en la opinión pública nacional e internacional y logran justificar su actividad armada como forma de reivindicación de los derechos del campesinado y en general de los más desfavorecidos (Pizarro, 2011). En efecto, como lo analiza Daniel Pécaut,
“una organización guerrillera sólo puede desarrollarse y mantenerse en el tiempo si consigue el apoyo de ciertos sectores de la población, asume su experiencia y su memoria, formula sus reivindicaciones explícitas o implícitas y da forma a sus sentimientos de justicia e injusticia.” 

Todas estas características eran cumplidas por los grupos de guerrillas, particularmente las FARC, lo que les permitió contar con la aprobación y la empatía del sector rural, específicamente del campesinado, que veía en estos grupos a los “defensores” de sus luchas (Pécaut, 2008; Pizarro, 2011).
Según Eduardo Pizarro Leongómez (2004), existe una retroalimentación de la violencia en Colombia, una interdependencia entre los diferentes actores que ha tenido como consecuencia un crecimiento alarmante de los niveles de violencia. Este autor explica este fenómeno de la siguiente manera:
“La guerrilla tiene un pie en la criminalidad común (secuestro y extorsión) y en el narcotráfico (impuesto, protección de cultivos y laboratorios, recolección y venta de drogas ilícitas a mayoristas); la criminalidad común, tiene, a su turno, un pie en la política (venta de secuestrados a la guerrilla) y otro en el paramilitarismo (asesinatos por contrato); el paramilitarismo llena sus arcas, ante todo, con recursos provenientes del narcotráfico y una buena parte de sus combatientes provienen de las filas guerrilleras; el narcotráfico, finalmente, alimenta a la guerrilla, a los paramilitares y a la criminalidad común. En pocas palabras, las múltiples violencias se retroalimentan y mediante este reforzamiento mutuo se disparan los índices de criminalidad en el país” (Pizarro, 2004: 25).

LA DEGRADACIÓN DEL CONFLICTO Y LA SOCIEDAD CIVIL: TERROR Y DESPOJO

A lo largo de la historia del país – como se ha venido analizando – es posible contemplar el establecimiento de una economía de guerra basada en el tráfico de drogas, como se observa en la explicación de Pizarro. Los recursos del narcotráfico se han convertido en el soporte económico más importante del conflicto armado en Colombia (Pizarro 2004; 2011).
En el marco de este conflicto, los grupos armados al margen de la ley han tenido como principal estrategia de control el terror y el miedo de la población, lo que les ha permitido ejercer un dominio social, económico y territorial. (Posada, 2006) A partir de la década de los noventa se presenta una notable degradación del conflicto, que se pone de manifiesto en la generalizada violación del Derecho Internacional Humanitario – DIH – y de los derechos humanos – DD.HH. – en el uso sistemático de la fuerza contra la población civil y de prácticas para sembrar el terror, tales como masacres, torturas, desaparición forzada, desplazamiento forzado de individuos y/o grupos. (Osorio, 2006; Jiménez, 2008)
Viendo esto, se puede afirmar que la población civil ha sido la más afectada por las acciones de los grupos armados en Colombia, ya que siempre se ha encontrado en medio de una dinámica en la que se legitima y justifica la comisión de actos atroces a partir de la necesidad de “limpiar” y “depurar” la sociedad. Por ejemplo, en los momentos más complejos de la lucha entre paramilitares y guerrillas, estos grupos, por medio del asesinato de civiles en sus zonas de influencia – que según cada uno de ellos prestaba apoyo al grupo contrario – implementaban dicha estrategia de terror para intimidar las poblaciones de estas áreas (Osorio, 2006; Jiménez, 2008). Las masacres tenían como objetivo que la muerte de unos aterrorizara a millones, lo que facilitaba el control de la población y la apropiación de tierras (Pardo, 2007: 30; Ducan, 2006).
Es así como estos grupos ilegales
“(…) confunden y desconciertan. Bombas, asesinatos –selectivos e indiscriminados-, secuestros, masacres: éstos y otros actos abominables contra la vida humana producen también efectos menos visibles en los ánimos de cualquier sociedad, en el clima de opinión que determina sus decisiones. Y el desconcierto y la confusión se vuelven extremos en la medida en que el terrorismo se prolonga en el tiempo.” (Posada, 2006: 268).

Según las cifras de la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento – CODHES, el número de personas desplazadas en Colombia entre el primero de enero de 1985 y el 31 de diciembre de 2011 es de 5.445.406
La crisis que atravesaba el país en este período de los años noventa, era la expresión de los diversos problemas y tensiones acumulados a lo largo de la historia colombiana, es decir, se trataba de una deuda pendiente. El narcotráfico, los paramilitares y las guerrillas surgen, como se ha podido observar, en un panorama político, económico y social deteriorado a causa de las debilidades y las carencias del Estado, y de la degradación cada vez más profunda de la sociedad colombiana en general. Esto provocó entonces una intensificación del problema del desplazamiento forzado interno (Echandía, 2004; Pardo, 2007; Rodríguez, 2009). Miles de familias colombianas han quedado sin techo en el marco de este conflicto, sin bienes ni patrimonio alguno, sin empleo, sin acceso a los servicios básicos, y sus redes sociales y culturales han sufrido una fractura significativa (Osorio, 2006; CNRR, 2009; Rodríguez, 2009).

BARRAS BRAVAS


EDUCACIÓN PARA LA PAZ
GRADO DÉCIMO
SESIÓN 4
Desempeño a desarrollar en la sesión:
Actúa en defensa de su forma de ser y vivir en el mundo, y de otras identidades, incluso, de aquellas de las que no hace parte o en las que no se siente representado. (A)

DESARROLLO
La vinculación a distintos tipos de preferencias deportivas, estéticas, musicales, culturales, religiosas, entre otras, no necesariamente induce a las personas a comportamientos agresivos; no obstante, se ha vuelto habitual que algunos individuos y grupos sociales establezcan formas de identificación excluyentes, discriminadoras con quienes son representados como rivales y, muchas veces, construidos como enemigos.   

El testimonio, que a continuación se presenta, de un integrante de una barra brava de un equipo del fútbol colombiano, ilustra una de las formas más dramáticas de expresión de la violencia en la sociedad actual. 

“YO SOBREVIVÍ A UNA PELEA ENTRE BARRAS BRAVAS EN BUCARAMANGA”
Conozca el testimonio de un hincha del Atlético Nacional quien le narró a Vanguardia Liberal cómo fue una de las riñas que protagonizó en el Parque San Pío de Bucaramanga varios años atrás.
Santiago, un joven bumangués miembro de la barra brava del Club Atlético Nacional, participó en una pelea contra los Comandos Azules de Millonarios en el parque San Pío de Bucaramanga. Este es su testimonio:
“Era un sábado, Nacional jugaba contra Chicó en Medellín hace varios años atrás. Todos acordamos encontrarnos en el parque San Pío para ver juntos el partido en un bar.
Siempre nos veíamos temprano para hablar, así que ese día salí a la 1:30 de la tarde de mi casa, aunque el partido era a las cinco.
Iba vestido con una camisa de la Selección Colombia, una pantaloneta blanca y unos tenis Skeachers azules que me gustaban mucho.
Nunca había querido reunirme con la barra vestido con cosas de Nacional, me parecía que eso daba mucho visaje.
Cuando llegué ya había varios parceros; me senté con ellos y empezamos a hablar acerca del bonche de la semana pasada. Como no había estado, me contaron que los de Millonarios nos habían corrido del parque y que se habían adueñado de él.
Estábamos molestos, ese parque siempre había sido territorio de la barra Los Del Sur y las ‘gallinas’, los hinchas de Millonarios, no podían quitárnoslo. Recuperarlo era cuestión de honor. La tarde pasó tranquila, cuando todos llegaron nos fuimos a un bar para ver el partido, pero cuando cruzamos la carrera 33, aparecieron los ‘tombos’ para hacernos una requisa.
Nos pusieron contra la pared; yo llevaba ‘la pala’ (navaja) en el bolsillo de la pantaloneta, pero no me molesté por tratar de esconderla.
A los demás les quitaron ‘bareta’ (marihuana) y cuatro palas. Yo me quedé esperando a que me requisaran, pero al parecer los ‘tombos’ se cansaron y nos dejaron ir. Pensé que estaba muy de buenas, no me habían quitado nada.
Cuando llegamos al bar pedimos cerveza y nos relajamos. Apenas me tomé como cinco porque casi no llevaba plata.
En ese partido ganamos 2 a 0 en el Atanasio Girardot. Íbamos por el título del Torneo Apertura de la Copa Mustang de ese año.
El triunfo nos energizó, las cosas habían salido bien y era hora de ir a buscar a las gallinas para recuperar lo que era nuestro.

Los Del Sur vs Comandos Azules
Todos caminamos hacia el San Pío por la calle 45; éramos como quince. Cuando cruzamos la carrera 33 y los vimos, empezaron a tirarnos piedras y botellas.
Eran muchos, como 30. Alcanzamos a correr una cuadra, pero un parcero que ya murió, ‘El Tatareto’, paró y nos dijo:
- No, que va... vamos a darles duro, ¿por qué nos vamos a dejar correr si el San Pío es nuestro? ¡Esa es nuestra casa!
Esos gritos nos mentalizaron. Yo fui el primero que caminó hacia el parque, los demás me siguieron. Ahora era matar o morir.
- ¡Nadie corra, nadie mira hacia atrás!, grité.
Me fui de frente, empecé a esquivar las rocas, sólo pensaba que tenía que hacer respetar a Los Del Sur Bucaramanga y que esas gallinas no nos podían correr.
Me imagino que todos me siguieron, porque los otros empezaron a retroceder.
Sólo uno se me vino de frente, creo que le decían ‘El Borracho’, y me pegó con un palo en la pierna izquierda; me acuerdo porque ahí tenía el celular.
Se resbaló después de pegarme y cuando lo vimos en el piso, todos nos fuimos encima con patadas. Yo me alejé del tumulto porque escuché a la gente de los edificios gritar:
- Déjenlo quieto, no sean asesinos.
Cuando volteé a ver, alguien alzó una piedra y se la soltó sobre la cabeza.
En ese momento me di cuenta que se había formado un trancón; ningún carro había querido pasar por ahí, también vi que en la otra esquina estaban los supuestos amigos del tipo.
Las sirenas de los carros de la Policía empezaron a sonar. Entonces corrí con un amigo y su novia. Sólo quería coger un bus que me llevara a mi casa.
Cuando nos subimos, un Policía no lo dejó arrancar y en ese momento encaleté mi pala en el asiento del conductor, no supe cómo lo hice, todo fue cuestión de segundos.
El policía nos hizo bajar, nos preguntó quiénes éramos y porqué corríamos. Miró nuestros antecedentes, nos requisó y como no llevábamos nada, nos dejó ir. Todos salimos corriendo detrás del bus en que había dejado la pala y lo alcanzamos a las tres cuadras.
Cuando le pagamos, saqué mi pala de donde la había dejado.
Me senté en una de las sillas de atrás, al lado de la ventana y no entendía lo que había acabado de pasar. Miré el reloj y apenas habían pasado quince minutos desde que salimos del bar.
Pensé en los que se habían quedado y confié en que no les hubiera pasado nada. Los tres nos miramos y lo único que hicimos fue reírnos, no supe si fue por miedo o porque nos escapamos. De vuelta a la normalidad
Cuando llegué a mi casa había una fiesta, creo que mi prima estaba cumpliendo años. Todos me preguntaron en dónde estaba y yo les dije que viendo el partido. Nadie dijo nada. Tomé aguardiente, me relajé y el tema se me olvidó.
Sin embargo, tenía miedo de que me persiguieran y de que alguien nos sapiara. Al día siguiente no quise salir, me quedé todo el día viendo fútbol y me dormí temprano.
Tres días después mi mamá me levantó asustada con un periódico en las manos y me leyó la nota que habían publicado sobre el bonche.
Ahí me enteré de que ‘El Borracho’ tenía 16 años, que había recibido 10 puñaladas y que fue intervenido quirúrgicamente.
Mi mamá me preguntó que si había estado ahí y obviamente le dije que no. Lo único que podía pensar en ese momento era que los supuestos amigos de ‘El Borracho’ no habían hecho nada para protegerlo, y que finalmente los que le salvaron la vida fueron los gritos de la gente de los edificios, que a la larga, fueron los que nos dispersaron.
No siento culpa porque el tipo sobrevivió y aunque sigo siendo barrista, ya no busco bonches, lo que pasó ese día no lo quiero repetir”.
Tomado de Vanguardia.com (Diario de Bucaramanga) en: http://www.vanguardia. com/santander/region/226715-yo-sobrevivi-a-una-pelea-entre-barras-bravas-enbucaramanga Del 25 de Septiembre de 2013 (Recuperado el 12 de octubre de 2015)

ACTIVIDAD

Luego de leer el testimonio, el grupo se organiza en subgrupos de trabajo, garantizando en cada uno de ellos el balance entre chicos y chicas e hinchas de diversos equipos de fútbol, para que discutan las siguientes cuestiones. Aunque existen marcadas diferencias de carácter histórico, social y cultural entre el conflicto bipartidista de la época de La Violencia y cualquier conflicto local, de carácter sectario, de la actualidad.
El testimonio da cuenta               de la experiencia de un                miembro de la barra brava de un equipo de fútbol, en particular, pero teniendo en cuenta la actual situación de violencia asociada a este deporte, podría ser de cualquier otro, incluyendo el club de tu preferencia:
• ¿Podrías destacar rasgos similares en                otras formas de construcción de identidad excluyentes y discriminadoras, a través del tiempo?
    ¿Cuáles consideras más sobresalientes y por              qué?
    ¿Qué aspectos del relato te parecen más impactantes y por qué?
    ¿Qué papel juega el cuerpo o la expresión corporal en la forma como las personas representan su pertenencia a un grupo (por ejemplo: equipo de fútbol, tipo de música, otros)?
    ¿De qué modos crees que podemos              realizar nuestras preferencias (deportivas, estéticas, musicales, culturales, religiosas, entre otras) sin menospreciar, discriminar y ofender a otras personas?
·      Un amigo tuyo es hincha ferviente de un equipo de fútbol y tiene mucha ira por algo que le hicieron a un compañero de barra, los aficionados de otro equipo, ¿cómo vas a hacer para evitar que actúe de manera violenta?

JJJ

El objetivo del grupo de preguntas de esta actividad es invitar al estudiante a reflexionar sobre las características de su identidad y la de los demás; cómo ésta también se configura en y desde el cuerpo (p.e colores en el pelo, tatuajes con banderas de los equipos de fútbol, pelo corto o largo) y simboliza su pertenencia a diferentes grupos. Con las preguntas se busca que el estudiante reconozca las diferentes identidades como fortaleza para la construcción de una sociedad diversa e incluyente y no como una razón para discriminar o agredir a los otros. Estas preguntas buscan desarrollar en los estudiantes las competencias ciudadanas necesarias para prevenir la discriminación, como por ejemplo el pensamiento crítico y la empatía.

Es necesario resaltar que la guerra o la paz; la violencia o el respeto a los otros no dependen solamente de las decisiones de quienes tienen poder, sino, principalmente, de nuestras acciones y decisiones cotidianas, de la manera como vivimos y disfrutamos lo que somos, lo que nos constituye; de nuestra forma de vivir con los otros.

Es necesario que los alumnos comprendan que la convivencia pacífica se construye  no solo entre pares, con quienes se consideran iguales o pertenecientes a los mismos grupos sociales, sino también, y quizás de modo más prioritario, entre quienes detentan formas distintas de ser y de vivir. Por ello, la exigencia de no discriminación pasa por la comprensión de procesos y experiencias históricas en las que los intereses de las partes en conflicto se expresan y sostienen de forma tan radical y polarizada que alimentan la guerra y la violencia. Este es el caso de las identidades partidistas (liberales y conservadores) en la época de La Violencia, pero también lo es el del conflicto interno actual y, en una escala distinta, el de las barras bravas, de algunos equipos del fútbol colombiano, en los últimos años.  

OPCIONAL: observar el siguiente reportaje que ilustra la manera como en Ciudad Bolívar los integrantes de tres barras bravas llegan a un acuerdo de pacificación y no agresión, con el fin de sumarse a una iniciativa simbólica de plantación de árboles en los cerros como proyecto de incentivar la vida.  Link: http://www.citytv.com.co/videos/433912/pacto-de-paz-entre-barras-bravas


ULTIMA ESPERANZA


EDUCACIÓN PARA LA PAZ
GRADO DÉCIMO
SESIÓN 3

DESEMPEÑO A DESARROLLAR EN LA SESIÓN
Establecer relaciones entre las visiones absolutas y el fanatismo propias de la identidad partidista en el periodo de La Violencia y el rol que cumplen estas en algunos conflictos del  entorno actual.

ÚLTIMA ESPERANZA
Caso creado por Enrique Chaux, Universidad de los Andes

Godofredo Celeste Jefe del Partido Conservador, en el municipio Última Esperanza. Año 1947.
Todo es culpa de los liberales. Todo estaba muy bien antes. El pueblo era tranquilo y no teníamos problemas. Pero llegaron los liberales a quererlo cambiar todo. Al principio nosotros los toleramos, como respetuosos que somos de la democracia. Pero cuando empezaron a irrespetarnos, no aguantamos más. Ellos quieren destruir los valores de la nación y, pues, a nosotros nos toca defender el orden moral que hemos construido en tantos años.
Lo más valioso que nosotros tenemos es nuestra Sagrada Virgen y ellos la comenzaron a irrespetar. Es que todos son unos ateos que quieren desconocer a nuestra Virgen. Y nos tocó entonces imponer nuestro poder para que esto no sucediera. Nos tocó exigirle al Registrador que no aceptara unas cédulas que muchos de ellos traían y que parecían falsas. Nosotros somos respetuosos de la ley y las instituciones.
Somos demócratas, pero también pensamos que la institución mayor es Dios y la bendita Virgen María, y si iban a atentar contra la ley divina, pues tocaba pararlos haciéndolos cumplir la ley. Ahora están todos alborotados.
Esto se puede poner peor si no arreglamos las cosas. Qué tal que aquí empezara a pasar lo de otros municipios de Colombia, los liberales atacándonos y todas esas matanzas que han venido pasando. Tal vez lo mejor es que se vayan a otro pueblo. Que los ateos tengan su mundo ateo en otra parte.

Escarlato Rojas Jefe del Partido Liberal, en el municipio Última Esperanza. Año 1947.
Todo es culpa de los conservadores. Todo estaba muy bien antes. El pueblo era tranquilo y no teníamos problemas. Pero los conservadores empezaron a abusar de su poder. Al principio nosotros los toleramos porque, al fin y al cabo, han sido mayoría aquí, y nosotros somos respetuosos de la democracia.  Pero cuando se empezaron a dar cuenta que éramos cada vez más y que podíamos llegar a traer realmente el progreso a este pueblo se asustaron y nos empezaron a maltratar. Es que ellos quieren que todo se mantenga como siempre ha sido.
Y se molestaron mucho dizque porque le irrespetamos su Virgen. Lo que pasa es que ellos sacan a su bendita Virgen María para todo. Que la dejen tranquila en la iglesia que a ella no le gustan estas cosas de la política. No es que nosotros no seamos creyentes. Claro que somos creyentes, como todos en este pueblo. Pero en este mundo hay leyes que hay que respetar. Y ellos están irrespetando las leyes, que es lo más valioso que tenemos nosotros en esta Patria. Ahora esos azules convencieron al Registrador de rechazar muchas de nuestras cédulas dizque por falsas. Y a ellos sí les aceptaron todas las cédulas que traían, así fueran de personas que murieron hace tiempo.
Lo que queremos es que ellos respeten la democracia y que admitan que esta vez perdieron. Los liberales teníamos ganada esta votación. Nosotros somos respetuosos de las instituciones y exigimos que ellos también lo sean. Ahora están todos alborotados. Esto se puede poner peor si no arreglamos las cosas. Qué tal que aquí empezara a pasar lo de otros municipios de Colombia, los conservadores atacándonos y todas esas matanzas que han venido pasando. Tal vez lo mejor es que los conservadores se vayan a otro pueblo. Que los godos tengan su mundo godo en otra parte.

Situación problemática:
El cura del pueblo prepara una reunión entre don Godofredo Celeste, jefe del partido conservador y don  Escarlato Rojas Jefe del Partido Liberal, el cura los convence y la reunión se realiza.

ACTIVIDAD

Indivial, en parejas o hasta tres estudiantes, en informe debe estar en el cuaderno de cada estudiante.

1. Actuando en la negociación y tratando de resolver el conflicto, escriban si llegaron a un acuerdo o no y cuales fueron las condiciones del acuerdo.
Para facilitar la situación pueden abordar las siguientes preguntas:
• A qué acuerdos llegaron, ¿sienten que lograron resolver el conflicto?
• Cómo fue el proceso: ¿Qué fue difícil? ¿Qué sirvió para superar esas dificultades?
• ¿Cuántos pudieron cambiar el rumbo de la historia, es decir, evitaron que la violencia que ya está ocurriendo en otros municipios llegara a Última Esperanza?
2.  ¿Son las características de Godofredo y Escarlato irreconciliables?, ¿por qué si o por qué no?
3. ¿Podrían mencionar contiendas o disputas de la actualidad en las que otros grupos tengan rivalidades destructivas o violentas?
4. ¿Alguna vez han presenciado o participado en situaciones similares?
5. ¿Cuál es la mejor forma de manejar estas situaciones?    


EL BOGOTAZO


El Bogotazo y el periodo de La Violencia.

Las diferentes teorías que explicaron la muerte de Gaitán como parte de una conspiración son importantes, puesto que estas creencias, correctas o incorrectas –y generalmente no eran correctas- influyeron considerablemente en los eventos del 9 de abril y los que siguieron. El hecho de que no pocos liberales pensaran que los conservadores habían asesinado a su líder, así como de que muchos conservadores creyeran honestamente que Colombia estaba amenazada por una conspiración de izquierda de carácter internacional, ayuda a explicar el comportamiento aparentemente irracional, incluso patológico, que los colombianos exhibirían en los años siguientes. Vale la pena repetir, sin embargo, que la ola de violencia que azotara al territorio colombiano, conocida como la Violencia, no se inició el 9 de abril de 1948. Ya había comenzado inmediatamente después del cambio de administración en 1946. En realidad, la consecuencia inmediata del bogotazo fue una disminución de la violencia, una cierta pausa temporal, porque en el medio día del 10 de abril el Partido Liberal acepto volver a participar en el gobierno, sobre la base de una coalición. Pero dicha coalición duro solo un año, pasado el cual aumento el número de incidentes violentos, hasta el punto de que grandes porciones del país se vieron atrapadas en una guerra civil no declarada entre los seguidores de ambos partidos, que duraría hasta comienzos de la década de 1960.

Bushnell, David (2005) “Capitulo 9. La era de la violencia (1946-1957)”. En Colombia una nación a pesar de sí misma. De los tiempos precolombinos a nuestros días. Bogotá: Editorial Planeta Colombiana Editorial S.A.

La Violencia en cifras y en el imaginario social.

En Colombia la palabra violencia ha denominado periodos históricos, ha dado el nombre a actores determinados y ha legitimado estrategias para luchar contra ella. La Violencia identifica un periodo de ocho años (1949-1957), en el que se considera que 180.000 personas (el 1.5 de la población) fueron asesinadas, cerca de 400.000 parcelas fueron abandonadas y dos millones de personas fueron desplazadas de su tierra. Al igual que las guerras civiles del siglo XIX, la Violencia se expresó como un conflicto bipartidista entre liberales y conservadores […] Tanto en el discurso popular como en la ficción hay cierta vaguedad con relación a la autoría de la violencia; esta ha adquirido identidad propia, convirtiéndose en actor. Es representada como un sujeto abrumador, capaz de producir hechos dolorosos y devastadores.
En las expresiones populares, por ejemplo, la violencia se ha personalizado en declaraciones como: ‘la violencia asesino a mi familia… la violencia me despojo de mi tierra’.

Rojas, Cristina (2001) Civilización y violencia. La búsqueda de la identidad en la Colombia del siglo XiX. Bogotá: Norma.

Violencia y surgimiento de la guerrilla.

En Colombia el espacio de la guerra y el de la política siempre han estado confundidos, imbricados; por ello, la adopción de la resistencia armada coherente y congruente con los ejes de pervivencia histórica; por otro
lado, la modalidad de lucha guerrillera hacia parte de toda una estrategia manejada por la izquierda latinoamericana de los años sesenta y setenta, refrendada por el triunfo de la revolución cubana y aceptada por todos aquellos que intentaban una nueva definición del Estado y la nación, populares, democráticos y socialistas. Por ello la alternativa de una fuerza armada, con estructura de mando militar y con el proyecto sustitutivo y comunista para el Estado y la nación, adquiría dimensiones deslegitimantes y disgregadoras más profundas que las anteriores manifestaciones violentas de la lucha interpartidista por el poder del estado.
Si la vieja violencia interpartidista tuvo un carácter reforzador de los referentes simbólicos y las imágenes políticas del bipartidismo, la guerrilla, situada en el espacio del contrapoder y en el contexto internacional de la guerra fría y de la lucha entre Oriente y Occidente, entre capitalismo y socialismo, significaba un elemento desintegrador, fracturante y de gran riesgo para el Estado y los sectores dominantes, aunque los triunfos militares y políticos de la guerrilla fuesen tan serios como para poner a tambalear el aparato estatal o el orden social [...] El miedo de la sociedad mayor se alimentó también de la violencia guerrillera, de sus practicas delincuenciales como los secuestros e impuestos de guerra; de sus métodos autoritarios de control social y de las confrontaciones ejercito–guerrilla donde los grupos campesinos y los pobladores urbanos fueron los perdedores.

Uribe de Hincapié, María Teresa (2005) Nación, ciudadano y soberano. Medellín: Corporación Región.

Documental “Entre ojos- El bogotazo del 9 de abril’
Link del documental: https://www.youtube.com/watch?v=hmGXJfBWmC4


ACTIVIDAD

Apoyándose en la lectura anterior y en el video responda las siguientes preguntas.
1. Que acontecimiento especial ocurría en la capital de Colombia por los días del Bogotazo?
2. Que personaje se encontraba en Bogotá, que posteriormente lideró una revolución y fue jefe de estado de una nación por más de 40 años.
3. Quién mato a Jorge Eliecer Gaitán?
4. Quién era el presidente de Colombia en 1948?
5. Que marchas realizó Jorge Eliecer Gaitán reconocidas en la historia?
6. Que echo contribuyó al enojo de los seguidores de Gaitán antes de la muerte del líder?
7. Que cargos ocupó Jorge Eliecer Gaitán?

UN DÍA DE ESTOS


Un día de estos
Gabriel García Márquez
El lunes amaneció tibio y sin lluvia. Don Aurelio Escovar, dentista sin título y buen madrugador, abrió su gabinete a las seis. Sacó de la vidriera una dentadura postiza montada aún en el molde de yeso y puso sobre la mesa un puñado de instrumentos que ordenó de mayor a menor, como en una exposición. Llevaba una camisa a rayas, sin cuello, cerrada arriba con un botón dorado, y los pantalones sostenidos con cargadores elásticos. Era rígido, enjuto, con una mirada que raras veces correspondía a la situación, como la mirada de los sordos.
Cuando tuvo las cosas dispuestas sobre la mesa rodó la fresa hacia el sillón de resortes y se sentó a pulir la dentadura postiza. Parecía no pensar en lo que hacía, pero trabajaba con obstinación, pedaleando en la fresa incluso cuando no se servía de ella.
Después de las ocho hizo una pausa para mirar el cielo por la ventana y vio dos gallinazos pensativos que se secaban al sol en el caballete de la casa vecina. Siguió trabajando con la idea de que antes del almuerzo volvería a llover. La voz destemplada de su hijo de once años lo sacó de su abstracción.
- Papá.
-Qué.
-Dice el alcalde que si le sacas una muela.
-Dile que no estoy aquí.
Estaba puliendo un diente de oro. Lo retiró a la distancia del brazo y lo examinó con los ojos a medio cerrar. En la salita de espera volvió a gritar su hijo.
-Dice que sí estás porque te está oyendo.
El dentista siguió examinando el diente. Sólo cuando lo puso en la mesa con los trabajos terminados, dijo:
-Mejor.
Volvió a operar la fresa. De una cajita de cartón donde guardaba las cosas por hacer, sacó un puente de varias piezas y empezó a pulir el oro.
-Papá.
-Qué.
Aún no había cambiado de expresión.
-Dice que si no le sacas la muela te pega un tiro.
Sin apresurarse, con un movimiento extremadamente tranquilo, dejó de pedalear en la fresa, la retiró del sillón y abrió por completo la gaveta inferior de la mesa. Allí estaba el revólver.
-Bueno -dijo-. Dile que venga a pegármelo.
Hizo girar el sillón hasta quedar de frente a la puerta, la mano apoyada en el borde de la gaveta. El alcalde apareció en el umbral. Se había afeitado la mejilla izquierda, pero en la otra, hinchada y dolorida, tenía una barba de cinco días. El dentista vio en sus ojos marchitos muchas noches de desesperación. Cerró la gaveta con la punta de los dedos y dijo suavemente.
Un día de estos.
-Siéntese.
-Buenos días -dijo el alcalde.
-Buenos -dijo el dentista.
Mientras hervían los instrumentos, el alcalde apoyó el cráneo en el cabezal de la silla y se sintió mejor. Respiraba un olor glacial. Era un gabinete pobre: una vieja silla de madera, la fresa de pedal, y una vidriera con pomos de loza. Frente a la silla, una ventana con un cancel de tela hasta la altura de un hombre. Cuando sintió que el dentista se acercaba, el alcalde afirmó los talones y abrió la boca.
Don Aurelio Escovar le movió la cara hacia la luz. Después de observar la muela dañada, ajustó la mandíbula con una cautelosa presión de los dedos.
-Tiene que ser sin anestesia -dijo.
-¿Por qué?
-Porque tiene un absceso.
El alcalde lo miró en los ojos.
-Está bien -dijo, y trató de sonreír.
El dentista no le correspondió. Llevó a la mesa de trabajo la cacerola con los instrumentos hervidos y los sacó del agua con unas pinzas frías, todavía sin apresurarse. Después rodó la escupidera con la punta del zapato y fue a lavarse las manos en el aguamanil. Hizo todo sin mirar al alcalde. Pero el alcalde no lo perdió de vista. Era una cordal inferior. El dentista abrió las piernas y apretó la muela con el gatillo caliente. El alcalde se aferró a las barras de la silla, descargó toda su fuerza en los pies y sintió un vacío helado en los riñones, pero no soltó un suspiro. El dentista sólo movió la muñeca. Sin rencor, más bien con una amarga ternura, dijo:
-Aquí nos paga veinte muertos, teniente.
El alcalde sintió un crujido de huesos en la mandíbula y sus ojos se llenaron de lágrimas. Pero no suspiró hasta que no sintió salir la muela. Entonces la vio a través de las lágrimas. Le pareció tan extraña a su dolor, que no pudo entender la tortura de sus cinco noches anteriores. Inclinado sobre la escupidera, sudoroso, jadeante, se desabotonó la guerrera y buscó a tientas el pañuelo en el bolsillo del pantalón. El dentista le dio un trapo limpio.
-Séquese las lágrimas -dijo.
El alcalde lo hizo. Estaba temblando. Mientras el dentista se lavaba las manos, vio el cielorraso desfondado y una telaraña polvorienta con huevos de araña e insectos muertos. El dentista regresó secándose las manos. “Acuéstese -dijo- y haga buches de agua de sal.” El alcalde se puso de pie, se despidió con un displicente saludo militar, y se dirigió a la puerta estirando las piernas, sin abotonarse la guerrera.
-Me pasa la cuenta -dijo.
-¿A usted o al municipio?
El alcalde no lo miró. Cerró la puerta, y dijo, a través de la red metálica.
-Es la misma vaina.
FIN
1962.
Gabriel García Márquez (1983) “Un día de estos”. En: G. García Márquez. Todos los cuentos
(1947 – 1972). Bogotá: Círculo de lectores

Notas C. Paz 103 2P 2019

C. PAZ 103  2P  2019  Prof: Raúl A Avila R Act 1: Undía de estos 50 % N Nombre 1 PA P ...